jueves, 1 de agosto de 2013

STAFF ONLY

Hoy he pasado por delante de tu tienda. Echado el cierre. Entre las rejas y los cristales malpintados de blanco intento mirar al interior. Nada.

Traigo una carta sin sello para deslizarla por debajo de la puerta, pero está cerrado a cal y canto. En el callejón lateral veo una puerta trasera, la empujo y se abre lentamente. Entro en aquel local en donde en otros tiempos se compraba y vendía el placer. Aquel local con una puerta al fondo en la que aún permanece el cartel de “Private! Staff only beyond this point”. Hoy está vacío y oscuro, acumulando polvo en el suelo.

Me siento como una bailarina en el escenario de un teatro sin público. Y tengo ganas de bailar. Esa danza sin música en la que bailo con el corazón, amo con mi vientre y pienso con las puntas de los pies. Un baile loco por la vida y por quien me ha acompañado en ella. La tienda está cerrada, el dueño no está, ya no hay normas ni límites, me muevo como quiero y quiero hacerlo con todo mi ser. Fui feliz aquí, disfruté regateando, rebuscando, probando y gastando sin control, sabiendo que además, en las oficinas estaba esa caja fuerte en la que guardabas con celo tu mejor género, el que no estaba en venta.

Dejo mi carta en el suelo. Mis pasos de baile serán borrados por el polvo silencioso del abandono, pero si algún día vuelves o traspasas el negocio, alguien sabrá que por aquí anduvo una mujer aficionada a lo bueno, que vivía sin freno y aun así... amaba. Nos dedicamos al comercio sabiendo que ambos éramos mucho más que simples mercaderes.

Salgo a la calle y el sol me deslumbra. Creo que iré a pasar una temporada al campo, lejos de mercados y tiendas de lujo. Le diré a Svenka que venga a visitarme. Estoy segura de que nunca ha visto un gran prado verde que llegue hasta el mar. Le gustará.